Los franceses  se lanzan un nuevo día a la calle contra la reforma de las pensiones del presidente Emmanuel Macron, una seríe huelgas en el transporte y manifestaciones un día antes de que el primer ministro Édouard Philippe presente los detalles de la reforma.

La manifestación del pasado jueves, de un millón y medio según la Confederación General del Trabajo (CGT), y la huelga masiva en los ferrocarriles y el transporte metropolitano de los últimos cinco días, pone a Macron contra la espada y la pared y prácticamente le obliga a tomar medidas más sociales de las que pretendía.

Los líderes sindicales no están dispuestos a dar su brazo a torcer. Los antecedentes son malos para el Gobierno: en 1995, Alain Juppé, primer ministro de Jacques Chirac, acabó retirando su reforma de las pensiones tras tres semanas de protestas.

«Estoy decidido a llevar la reforma hasta el final respetando a la gente y respondiendo a sus inquietudes. Si no hacemos ahora una reforma profunda, seria, progresiva, alguien la hará mañana de manera brutal», advirtió este domingo en ‘Le Journal du Dimanche’ el primer ministro, Edouard Philippe.

 

«Aguantaremos hasta que se retire el texto», le respondió en el mismo diario el beligerante líder de la CGT, Philippe Martínez. Tampoco el responsable de Fuerza Obrera, Yves Veyrier, es partidario de sentarse a negociar una reforma que ve como un «peligro» para los jubilados de mañana.

El líder del partido de izquierdas La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, instó a los franceses a protestar de forma masiva contra la reforma. «La única forma de doblegar al Gobierno es ser numerosos. Cuando más seamos, más medios tendremos para intimidarlos y hacerlos retroceder. Más vale algunos días de penurias que años de miseria», añadió el líder de La Francia Insumisa.

Francia no afloja en la defensa de sus pensiones: más vale algunos días de penurias que años de miseria
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