Concepción Company: El lenguaje inclusivo es una tontería
16 oct. 2018«Igualdad no es que te llamen arquitecta, es que te paguen igual y tengas las mismas oportunidades», dice la académica Concepción Company Company (Madrid, 1954) ocupó su silla en la Academia Mexicana de la Lengua en el año 2005, y en el 2016 ingresó en el Colegio Nacional de México, una institución que desde su creación tuvo 98 miembros varones y solo cuatro mujeres. Pero esta gran conversadora lo tiene claro: «No quiero que me incluyan por ser mujer, pero tampoco que me excluyan, que no me vean o no me tengan en cuenta por serlo».de la lengua de México
Por otro lado, tenemos un discurso de lo políticamente correcto, aunque Francia acaba de prohibir el lenguaje inclusivo en textos institucionales. En España los discursos insisten en el compañeras y compañeros.
-Le hablo como gramática e historiadora de la lengua: es una tontería; así, tranquilamente. En primer lugar, no es equidad de género, sino de sexo, el género es de la gramática, y aunque pueda escandalizar, es una obviedad gramatical que el género masculino no significa masculino hombre, sino que es indiferente al sexo. El género gramatical que en la lengua española puede discriminar es el femenino. Si yo digo: todos tenemos sentimientos, no es androcéntrico, no es machismo. Me parece además que el lenguaje incluyente es antieconómico, no me imagino a un creador diciendo ‘‘queridos compañeros y queridas compañeras’’. En aras de esa equidad estamos perdiendo equilibrio, elegancia en la lengua y podemos cometer errores gramaticales. En México hay una pelea en la Cámara de senadores para intentar modificar la Constitución...
En fin, lo que tenemos que modificar es la sociedad.
-El cambio debe darse entonces en la sociedad. -Sí, hace dos años en la UNAM hubo una campaña de equidad de sexo, mal llamada equidad de género, que decía: equidad es que te llamen arquitecta. A mí me pueden llamar ‘‘oye, tú’’, o no llamarme de ningún modo; igualdad es que me paguen igual, me contraten igual y que tenga las misma oportunidades sociales. En el Colegio Nacional al que pertenezco corren ríos de tinta por el escaso número de mujeres que hay, pero yo no quiero que me incluyan por ser mujer, como no quiero que me excluyan por ello. Y esta batalla no se da en la gramática, se da en la sociedad. Cuando las sociedades sean igualitarias estoy segurísima de que los hábitos gramaticales se van a modificar. Y no es banal preguntarse por qué hay tan pocas mujeres en instituciones como las academias, hay que preguntárselo y no es trivial.
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