Nos rodean productos químicos con los que nos jugamos la vida
17 jun. 2019El pediatra Leonardo Trasande vive con su esposa y sus dos hijos en una casa en la que no entran ni latas de conserva ni comida ultraprocesada y hay pocos plásticos. Las costumbres de la familia responden al trabajo del padre sobre los químicos que interfieren con nuestras hormonas para hacernos “más enfermos, más obesos y más pobres”
El investigador y pediatra Leonardo Trasande alumbra sobre los costes económicos y sanitarios de los disruptores hormonales y explica cómo evitar la exposición
El investigador ha participado en el Congreso de la Asociación Española de Pediatría, donde se dijo alto y claro que más del 95% de los niños españoles tienen en su orina estas moléculas que hackean el metabolismo.
Hay 1.000 o más químicos sintéticos que pueden interaccionar con nuestras hormonas”, dice, “pero la evidencia es más fuerte para cuatro categorías: los plaguicidas, los bisfenoles, que se usan en papel térmico [el de las facturas de los datáfonos o cajas registradoras] y enlatados; los ftalatos que están en cosméticos y en varios tipos de envases de comida, y los retardantes de llama bromados en alfombras, quizá en muebles como este (toca la butaca tapizada en la que está sentado) y en las casas [también en productos electrónicos]. Se pensaba que solo eran dañinos a dosis altas, pero no es así”.
Hay tres estudios que han documentado que existe relación entre la exposición a pesticidas organofosforados durante la gestación y la disminución en el coeficiente intelectual en los niños. Además, en pruebas de imagen, se veían partes del cerebro menos desarrolladas . Tras exponerse durante el embarazo se ha visto no solo una afectación cognitiva, también trastornos de autismo y atención e hiperactividad.
Los disruptores hormonales se han asociado con alteraciones de la salud reproductiva, cánceres, diabetes y obesidad. En este último caso porque favorecen la creación de células grasas o ralentizan el metabolismo, cuenta el investigador. Nadie está a salvo.
La buena noticia es que con medidas simples y baratas, dice, se puede hacer mucho:
* No comer alimentos enlatados. Rápidamente bajan los niveles en orina de bisfenol A.
* Rebajar las comidas envasadas en plástico y ultraprocesadas. En dos o tres días disminuyen los ftalatos”.
* Eliminar ciertos cosméticos y pasarse a los alimentos orgánicos.
* Otras precauciones incluyen no meter plásticos ni en el microondas ni en el lavavajillas, porque “a altas temperaturas se transforman de polímeros a monómeros que pasan a la comida y en último término al cuerpo”.
* Y ventilar 15 minutos al día para eliminar el polvo químico de alfombras y componentes electrónicos.
* Respecto al vidrio y tetrabriks en caso de usarlos, fijarse en que dentro del triángulo con el que están marcados no figure el 3 (PVC), el 6 (poliestireno) o el 7 (policarbonatos que pueden tener bisfenoles).
* Sustituir las sartenes antiadherentes por las de acero inoxidable o hierro, “las de toda la vida”.
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